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PACIENCIA

Señor: Aquí estoy para hacer tu voluntad.
Heme aquí Señor, en el umbral de la puerta
de tu Divino Corazón, aguardando la apertura
de esa cerradura, de tu morada amorosa, 
para que me permitas penetrar en el mar
de tu infinita Misericordia.
Déjame pasar, no sin antes refrescarme 
en el agua que brota de tu costado, 
como manantial de vida.
Cúbreme con las vestiduras inmaculadas 
de tu gracia, de tu luz divina,
para ver con claridad el camino
que has preparado para mí.
Enséñame a aceptar con alegría 
cada uno de tus designios insondables, 
sin protestar, sin alterar mi paz interior.
Dame fortaleza, humildad y la paciencia necesaria, 
para tomar alegremente en mis  manos, 
en mis hombros y en mi corazón, 
la suave carga que dispusiste para mí.
¡Gracias Padre Celestial! 
Ahora veo con claridad,
que Tú depositaste en mi vida,
pequeños encargos, responsabilidades
y tareas, que de hoy en adelante 
llevaré con paciencia y alegría, 
porque Tú, no solo me ayudas, 
sino que me llevas en tus hombros, 
como a la oveja que hoy has rescatado 
del mar tormentoso de la duda, 
de la angustia e incertidumbre.
Todo es liviano, todo es sencillo,
todo es posible, porque Tú eres mi Pastor,
mi guía y mi todo, para repetir como San Pablo: 
“Todo es posible, en Cristo que me fortalece”.
Gracias, gracias Señor. 
Revestido(a) de paciencia y humildad,
soy criatura nueva. Amén.
Autora:

Rosita Albarracín Galeano